Soy regio. Apasionado por la comida, la hospitalidad y las experiencias bien pensadas.
Y con todo el afán de construir no de tirar, a veces me pregunto si muchas de las menciones que recibimos (sin demeritar el enorme talento de quienes han sido galardonados) tienen más que ver con que Nuevo León, a través de una iniciativa público-privada, financió la entrada de la Guía Michelin a nuestras tierras…
¿Será que estamos viviendo una crisis creativa?
¿O será que el mercado regio no quiere —ni deja— cosas nuevas?
¿Seguimos buscando lo mismo de siempre: carne, chicharrón de la Ramos, verduras asadas y pastel de merengue con pistache?
Algunos datos para pensar:
Ciudad de México (CDMX)
Población: 9,209,944
Menciones distintas en la Guía Michelin: 84
Galardones por millón de habitantes: 9.12
Baja California
Población: 3,769,020
Menciones distintas: 38
Galardones por millón: 10.08
Baja California Sur
Población: 798,447
Menciones distintas: 23
Galardones por millón: 28.81
Oaxaca
Población: 4,132,148
Menciones distintas: 26
Galardones por millón: 6.3
Quintana Roo
Población: 1,857,985
Menciones distintas: 22
Galardones por millón: 11.84
Nuevo León
Población: 5,784,442
Menciones distintas: 8
Galardones por millón: 1.38
Con ese tamaño, infraestructura y músculo económico… ¿cómo explicamos esto?
¿Será que ni siquiera estamos participando realmente?
¿Será que no estamos listos para arriesgar, sostener ni premiar lo distinto?
Y algo que no quiero dejar fuera:
¿Qué papel está jugando la crítica gastronómica local?
¿Está abriendo espacio para lo nuevo? ¿Está educando al comensal?
¿O simplemente refuerza lo que ya está en el spotlight?
Sin ánimo de desacreditar a quienes fueron reconocidos que merecen todos los aplausos,
sí me cuestiono si este ecosistema impulsa realmente una evolución gastronómica…
o si solo estamos orbitando alrededor de lo seguro.
Yo, por lo pronto, sigo esperando el día en que salir a comer en Monterrey me emocione tanto como planear un viaje gastronómico a la CDMX.
Soy regio. Apasionado por la comida, la hospitalidad y las experiencias bien pensadas.
Y con todo el afán de construir no de tirar, a veces me pregunto si muchas de las menciones que recibimos (sin demeritar el enorme talento de quienes han sido galardonados) tienen más que ver con que Nuevo León, a través de una iniciativa público-privada, financió la entrada de la Guía Michelin a nuestras tierras…
¿Será que estamos viviendo una crisis creativa?
¿O será que el mercado regio no quiere —ni deja— cosas nuevas?
¿Seguimos buscando lo mismo de siempre: carne, chicharrón de la Ramos, verduras asadas y pastel de merengue con pistache?
Algunos datos para pensar:
Ciudad de México (CDMX)
Población: 9,209,944
Menciones distintas en la Guía Michelin: 84
Galardones por millón de habitantes: 9.12
Baja California
Población: 3,769,020
Menciones distintas: 38
Galardones por millón: 10.08
Baja California Sur
Población: 798,447
Menciones distintas: 23
Galardones por millón: 28.81
Oaxaca
Población: 4,132,148
Menciones distintas: 26
Galardones por millón: 6.3
Quintana Roo
Población: 1,857,985
Menciones distintas: 22
Galardones por millón: 11.84
Nuevo León
Población: 5,784,442
Menciones distintas: 8
Galardones por millón: 1.38
Con ese tamaño, infraestructura y músculo económico… ¿cómo explicamos esto?
¿Será que ni siquiera estamos participando realmente?
¿Será que no estamos listos para arriesgar, sostener ni premiar lo distinto?
Y algo que no quiero dejar fuera:
¿Qué papel está jugando la crítica gastronómica local?
¿Está abriendo espacio para lo nuevo? ¿Está educando al comensal?
¿O simplemente refuerza lo que ya está en el spotlight?
Sin ánimo de desacreditar a quienes fueron reconocidos que merecen todos los aplausos,
sí me cuestiono si este ecosistema impulsa realmente una evolución gastronómica…
o si solo estamos orbitando alrededor de lo seguro.
Yo, por lo pronto, sigo esperando el día en que salir a comer en Monterrey me emocione tanto como planear un viaje gastronómico a la CDMX.
Y q nos falta a los regios para aceptar mas propuestas como en CDMX?